El agua es fuente de vida y prueba de ello es que más de la mitad de nuestro cuerpo está compuesto por este líquido elemento. El 60% del peso corporal de los hombres y algo más del 50% de las mujeres está constituido por agua; en el caso de un bebé prematuro esta cifra asciende hasta el 80% y en el de una persona mayor se reduce hasta el 45%. El agua, se distribuye por nuestro cuerpo a través de tres espacios: el agua que encontramos dentro de las células (espacio intracelular), el líquido que encontramos entre las células (líquido intersticial) y por último el líquido que circula por los vasos sanguíneos (líquido intravascular). Todos estos compartimentos están separados unos de otros por una membrana semipermeable que permite el paso de ciertos líquidos y componentes de los mismos. De esta forma, nuestro cuerpo es capaz de autoregularse y permitir que el agua pase de un espacio a otro para mantener el equilibrio.

Agua
El agua regula nuestra temperatura, lubrica las articulaciones y contribuye a dar estructura y forma al cuerpo mediante la rigidez que otorga a los tejidos; y es que se trata de un líquido no comprimible. Por ello, debemos mantener nuestro cuerpo en constante hidratación. Un adulto estándar, que no practique demasiado deporte y que no viva en algún lugar demasiado cálido o húmedo, necesita unos 2’5 litros diarios de agua. Esta cantidad no es obtenida únicamente del agua que bebemos, sino gracias a dos vías más: a partir de los alimentos que consumimos (1 litro de agua), a partir de la producción de nuestro propio organismo como consecuencia del metabolismo (unos 350 mililitros); y como ya hemos dicho, a través del agua que bebemos (1’5 litros). Por ello, es recomendable beber unos 8 vasos al día de agua; para hacerlo no hace falta a esperar a tener sed, el tener la boca seca es un síntoma de inicio de deshidratación, por lo que debemos beber regularmente.
El agua tiene una gran cantidad de efectos beneficiosos para nuestra salud, no sólo nos ayuda a mantener la piel joven y tersa sino que también previene los cálculos de riñón, arenillas e infecciones urinarias. Además, y en contra de los tópicos, no engorda ya que el exceso que el cuerpo no necesita se elimina; de hecho, ingerimos agua a unos 17 grados y la eliminamos a unos 37, este aumento de temperatura provoca que nuestro cuerpo tenga que trabajar y, por tanto, comporte un desgaste de energía. No engorda, adelgaza.
Foto por laszlo-photo en Flickr
Germán Pérez
EL AGUA ES VIDA DESDE CUALQUIER PUNTO DE VISTA YA SEA RELIGIOSO O CIENTÍFICO Y FUENTE DE TRANSFORMACIÓN, PERO PARECIERA QUE EN ESTA ERA MODERNA UNA BUENA PARTE NUESTRA SOCIEDAD ESTÁ PELEADA CON ELLA SIN RECORDAR QUE 3/4 PARTES DE NUESTRO CUERPO Y PLANETA LOS FORMA.
GRACIAS POR ESTOS COMENTARIOS LOS CUALES LOS DEBEMOS TENER PRESENTES EN NUESTRA VIDA DIARIA.